martes, 12 de febrero de 2008

Una Visita

El sábado el Guapi y yo visitamos a uno de sus antiguos pacientes. Él vive en una residencia para gente de la tercera edad. Fue recluído aquí por decisión de su familia después de meses en el hospital como resultado de un infarto cerebral que le dejó problemas de vista, movilidad y memoria.

El Guapi lo encontró primero, sentado en su silla de ruedas, los ojos abiertos y completamente abstraído. G me conquistó con esas manos de abuelito que me gustan, con la piel rugosa y tibia. Fue cuestión de minutos enterarnos que, contrario a lo que piensan los médicos, él todavía tiene esperanzas de volver a caminar y de participar en estudios con sus amigos los neuropsicólogos. Nos habló de cuánto ama a su familia y de sus viajes alrededor del mundo como comerciante de algodón. También hizo bromas en relación con su ceguera y mi ‘sex appeal’, jaja, que disfrutamos un montón.

No quiero ni puedo dar mi opinión sobre la decisión de que G esté en un asilo, sin embargo, vi como él se torna en un hombre vivaz y optimista al estar rodeado de la gente que conoce y que le supone más que la silla de ruedas, las medicinas y la espera por la merienda antes de acostarse. Al salir inevitablemente recordé a mi abuelita L. Creo que ella prefirió vivir sola sus últimos años. Sé que es inútil ahora reflexionar sobre esa condición porque ella ya no está, sin embargo, sé que la aparición de aquel semblante sombrío se debía a la nostalgia por su antigua vida en familia.

En fin, sólo me resta manifestar mi admiración por G y por tantas personas de la tercera edad que con o sin autosuficiencia sobreviven dignamente al aislamiento. Creo también que los años, con la falta de agudeza mental y rapidez de movimientos no son pretexto para aislar a quien goza de todas sus facultades a través del corazón.

1 comentario:

Unknown dijo...

Que te digo? Yo quisiera que cada ser de este mundo estuviera rodeado de su familia y de sus amigos por siempre. Sin embargo, los asilos son lugares para darles precisamente esa compañía y cuidado que una persona mayor requiere. No solo es cuestión de que la familia no puede o no quiere hacerse cargo, sino que ahí le dan la atención especializada. En México, no estamos muy familiarizados con este tipo de residencias, sin embargo no son tan malas, creo yo. A veces nuestros abuelos estan solos tristeando en nuestras casas, sin sentirse parte de nuestras vidas...

Pero si, imagino la mirada de G y comparto contigo lo que sentiste. Bendito sea que, en la ausencia de tu abuelita, tuviste las manos de G estrechando las tuyas.